jueves, agosto 24, 2006

Sé que te gusta poner la naríz bajo la lluvia, cerrar los ojos cuando pasa el viento, y te ries de los gatos.

Sin embargo no sé como te ves tomando agua, ni riéndote, eso si, hablas precioso.

Puedo atreverme a adivinar que te gusta la sombra de los árboles, el olor de la comida recién hecha, los días frescos.

miércoles, agosto 23, 2006

Hace unas horas aún estabas aquí.

Mis dedos, buscan, se pasean, suben y bajan por tus muslos, por tu espalda, los dejo en tus nalgas.

Ya no estás.

Enrredo la mano en la sábana, hago nudos en tus muslos, jalo y tiro tu espalda, los dedos acarician tus senos.

Amanece. Yo acostado contigo, desde la ventana se asoma la cabeza del vecino en su comedor, desayuna.

Te fuiste antes de que amaneciera y me quedé acostado, la resistencia a aceptar que preferiste cualquier otra cosa que amanecer aquí. Sigo tocando tus nalgas.
Los dedos revuelven tu espalda y tus senos, aprietan y no dejan que te vayas, pero ya no estás, solo acarician lento tu ombligo, y es fácil pasar a tu vagina. Está amaneciendo aún.

Sigue siendo de noche, acabas de irte, yo sigo a tu lado y recorro todo eso, lo tuyo.

Es medio día y a través del patio veo a los vecinos, la del 3-B, pobre, ve mis piernas desnudas, y yo acostado junto a tu sábana, junto a ti. Y la mano no deja de buscarte, estoy solo, la vieja del 3-B está plantada frente a la ventana y ve sin parar al del 2-D que está acostado acariciando una piel de víbora y con la verga parada.