miércoles, octubre 25, 2006

4.

Aplicó la nueva estrategia, buscó la mesa más adecuada del café, lo calculó tan perfectamente, con tanta atención que cuando comenzó a ejecutarlo no hubo ningun problema, ni el mínimo titubeo. Una vez sentado solo quedaba ver y esperar. Cazador, un viejo winchester, taza de café y cigarros.
Tuvo bastante tiempo para arrepentirse, para pensarlo dos veces, ella llegó cuarenta minutos después y se sentó donde se sabía que lo haría, junto a la lámpara, en los silloncitos viejos; ella sólo fumaba y leía, el café lo pedía para poder quedarse.
Todo se fué desenvolviendo de un modo que evidenciaba su astucia, a cada momento el confiaba más en lo perfecto de su plan, prendió un cigarro, se acomodó en la silla y despacio comenzó a pasar un trago de café sin mover la vista del objetivo, leyó cada movimiento de su bellísima gacela, ese hermoso ejemplar que se encontraba ahí, a seis metros de el, por fin suya después de varias semanas de preparación.
Se notaba que olía la amenaza, pero no se esparaba nada de lo que le sucedería, menos de el.
Nunca perdió la calma, supo tener paciencia y no cometer errores, ella volteaba a todos lados, recorría con los ojos todas las caras, buscaba una explicación a su instinto, ninguna cabeza se delataba, y nunca dió con la de Él, había elegido la mejor mesa, la trinchera perfecta.
Ella sigue buscando, es cuestión de tiempo, tranquilo, hay que respirar hondo, exhalar despacio y no dejar de ver la mira, Él cuenta el tiempo, ella no lo verá, está seguro, por lo menos hasta que el decida salir y dejarse ver una fracción de segundo antes de disparar, otro cigarro, ella apaga el suyo, vuelve a buscar entre las caras, Él escupe el humo, sonríe un poco, se acomoda, y entonces.