veía la pared como si estuviera al borde del acantilado.
abajo las olas señalan ese punto exacto donde uno se rompe los dientes, entre esas dos gaviotas graznan y seguro se quejan del mal tiempo, vuelan un poco y después caen, sobra la misma piedra, en ese gris contundente. debajo del poster, un poco al lado de la silla, doscientos metros de caída libre, ocho pasos y entonces la enormidad gris.
lunes, julio 23, 2007
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