miércoles, agosto 23, 2006

Hace unas horas aún estabas aquí.

Mis dedos, buscan, se pasean, suben y bajan por tus muslos, por tu espalda, los dejo en tus nalgas.

Ya no estás.

Enrredo la mano en la sábana, hago nudos en tus muslos, jalo y tiro tu espalda, los dedos acarician tus senos.

Amanece. Yo acostado contigo, desde la ventana se asoma la cabeza del vecino en su comedor, desayuna.

Te fuiste antes de que amaneciera y me quedé acostado, la resistencia a aceptar que preferiste cualquier otra cosa que amanecer aquí. Sigo tocando tus nalgas.
Los dedos revuelven tu espalda y tus senos, aprietan y no dejan que te vayas, pero ya no estás, solo acarician lento tu ombligo, y es fácil pasar a tu vagina. Está amaneciendo aún.

Sigue siendo de noche, acabas de irte, yo sigo a tu lado y recorro todo eso, lo tuyo.

Es medio día y a través del patio veo a los vecinos, la del 3-B, pobre, ve mis piernas desnudas, y yo acostado junto a tu sábana, junto a ti. Y la mano no deja de buscarte, estoy solo, la vieja del 3-B está plantada frente a la ventana y ve sin parar al del 2-D que está acostado acariciando una piel de víbora y con la verga parada.

2 comentarios:

Caro Montes!! dijo...

Primero que nada y gran saludo y tengo usted la seguridad de que me volvere su lectora asidua....Un gran deleite el toparme con sus elocuentes letras.

Anónimo dijo...

mira que bien, la crónica de un vato que se masturba día y noche...